Mientras fármacos como el fentanilo han causado una cantidad de nuevos adictos y muertes por sobredosis sin precedentes en las naciones más ricas del planeta, en los países con menos recursos los calmantes no llegan a las personas que lo necesitan: pacientes terminales y niños fallecen sin poder paliar su sufrimiento físico.
Cada vez más bebedores habituales cuestionan un patrón de consumo etílico difícil de definir que toca muchas sensibilidades en una cultura íntimamente ligada a las cañas, el vino y la fiesta.
Ser víctima de violencia machista aumenta el riesgo de las mujeres de tener problemas relacionados con las adicciones al alcohol y a las drogas, como una forma de afrontar la situación de gravedad que padecen.